Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

miércoles, 17 de octubre de 2012


EL TAMAÑO DEL UNIVERSO


Desde que nuestros ancestros comenzaron a mirar al cielo, siempre nos hemos preguntado como será de grande nuestro Cosmos. Al principio imaginábamos que las luces que se pueden contemplar en las noches despejadas, así como esa otra gran luz amarilla que ilumina nuestros días, se encontraban a unas distancias relativamente cercanas, tal vez adheridas a una esfera fija que nos rodeaba y más allá de la cual no había nada.
Poco a poco comenzamos a entender que el Sol estaba más lejos que la Luna, y que las estrellas podían hallarse a distancias muy superiores de lo que cabía haberse imaginado. Más adelante hemos comprendido que todo el Universo se halla en un estado de expansión, lo que provoca que las remotas distancias sean cada vez mayores.
Sin embargo, hoy en día, con todos los avances de que disponemos, podemos seguir haciéndonos la misma pregunta, dado que seguimos sin conocer el tamaño que ha alcanzado nuestro universo desde que, según la teoría casi unánimemente aceptada, se originó mediante una gran explosión hace entre 10000 y 20000 millones de años. Hay varias razones para que esta cuestión, que en principio podría parecer simple, siga sin tener respuesta.
La primera es que nuestros instrumentos de observación son limitados, es decir, nuestra tecnología nos permite observar la región del universo que nos rodea sólo hasta una distancia concreta. Así pues nuestro horizonte máximo se halla a una distancia restringida. Este horizonte, no obstante, irá alejándose según dispongamos de mejores herramientas astronómicas, de forma que podremos mirar mucho más lejos en el futuro. El problema es que hay otro horizonte más adelante que podría ser insalvable.

El Hubble, la mejor herramienta de que disponemos hasta ahora para observar el Cosmos

Nuestra capacidad en este tema y en tantos otros se halla limitada por la velocidad de la luz. Parece evidente que no podemos ver nada cuya luz no haya llegado a nosotros, y por tanto la envoltura esférica a la que tenemos acceso se limitará a la que esté lo bastante cerca como para que su luz, y sus radiofrecuencias en general, puedan alcanzarnos algún día.
Tal vez el Universo deje de expandirse y algún remoto día tengamos acceso a todo él. Esto depende, como ya he explicado alguna vez de pasada, de la cantidad de materia total y si su fuerza de gravedad podrá vencer el empuje de la explosión inicial. Esta cantidad dependerá en buena parte del total de materia oscura. Sin embargo, todo indica lo contrario y, lo que es más, parece que se está acelerando más cada vez, empujado por algo que los astrónomos llaman energía del vacío oquintaesencia. Otro día me referiré con más detalle a estos temas.
Una consecuencia espectacular de un universo enorme, de un tamaño cuya cifra en años luz contaría con millones de ceros, sería que las combinaciones posibles darían lugar a casi todo. Es decir, por pura probabilidad en algún lugar habría un planeta exacto al nuestro, o incluso un Sistema Solar y una galaxia idéntica en todos sus detalles a nuestra Vía Láctea. Y quien dice una, dice varias o miles.

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