Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

miércoles, 24 de octubre de 2012

CÓMO ENSEÑAR ESTRETEGIAS DE COMPRENSIÓN EN SECUNDARIA


Las estrategias de comprensión lectora deben incorporar tres objetivos. Primero, hacer ver a los alumnos en qué consiste la comprensión de un texto y cómo puede conseguirse. Segundo, enseñarles que aprender a comprender un texto va unido al aprendizaje de los contenidos curriculares. Y tercero, lograr que la lectura de textos les resulte útil, de tal forma que sean conscientes de la necesidad de leer de una manera comprensiva y comunicativa.

Hay tres ideas sobre la enseñanza de las estrategias de comprensión que quizás resuman cuanto sabemos al respecto. Una vez enunciadas pasaremos a ilustrarlas con algunos ejemplos.
La primera es la más obvia de todas: para poder enseñar algo es necesario hacer «visible» eso que nos proponemos enseñar; en nuestro caso, es necesario hacer ver a los alumnos en qué consiste comprender un texto y cómo puede conseguirse la comprensión. Repárese en que ambas cuestiones no son evidentes: ni es fácil definir qué es comprender ni, menos aún, mostrar cómo se puede actuar al respecto (al menos si lo comparamos con otras tareas). Llamaremos a este principio o idea: visibilidad. Siguiendo esta lógica, se han desarrollado recursos instruccionales para enseñar a los alumnos a «dialogar consigo mismos» mientras leen y, por tanto, a crear objetivos de lectura, a revisar si los están alcanzando (supervisar) y a evaluar por sí mismos los resultados obtenidos. De la misma manera, se han desarrollado estrategias para enseñar a operar con la estructura de los textos. Igualmente, ha sido muy común mostrar a los alumnos cómo contrastar lo que leen con lo que saben e involucrarse en un activo proceso de auto-cuestionamiento.

Una segunda idea es que aprender a comprender los textos está doblemente unido al éxito en el aprendizaje de los contenidos curriculares. En un sentido, el más obvio, cabe sostener que la competencia para comprender los textos es un instrumento para aprender: quien mejor lectura comprensiva tiene, mejor y más aprende acerca de los contenidos curriculares. Pero también cabe argumentar a favor del otro sentido, es decir, que la competencia lectora es una consecuencia de ese mismo éxito académico que lleva a leer más o al menos con más convicción, lo que facilita que el alumno, al mismo tiempo que adquiere conocimientos, repare en ciertas propiedades de los textos y de su propio comportamiento cuando se enfrenta a ellos. Como consecuencia, cabe que los alumnos aprendan estrategias de comprensión a través de una enseñanza explícita fuera del contexto del aula, pero, en último término, esas estrategias habrán de ser útiles dentro de ella y encontrarán en ella la mejor plataforma para su desarrollo. Llamaremos a esta segunda idea: contextualización curricular.

La tercera idea, coherente especialmente con la anterior, se refiere a cómo lograr que la experiencia con los textos tenga un sentido genuino. En otras palabras, se trataría de hacer lo posible para que la lectura de los textos esté inserta en proyectos cuyos objetivos últimos resulten relevantes a los alumnos y para cuyo desarrollo sea necesario utilizar los textos escritos de una manera comprensiva y comunicativa. Se crearía entonces una experiencia de sentido, que es vital, dado que estamos intentando mantener vinculada a toda la población con un proyecto de formación que ha de durar años. Repárese que en el punto anterior se hablaba de la necesidad de conectar la enseñanza de estrategias de comprensión con el resto de la vida del aula, mientras que en éste se trata de conectar la vida del aula con el resto de la vida.

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