Convivir con la naturaleza (foto de Jaime Cristóbal López)

miércoles, 17 de octubre de 2012

Coeficiente intelectual

*Dr. Horacio Krell.



En el mundo conviven personas con diferentes niveles de inteligencia. La mejor forma de diferenciarlos es observar como enfrentan los problemas. La primera reacción del hombre inteligente es de tipo emocional. Emoción deriva de moverse, de no conformarse, de buscar diferentes caminos hacia la salida (exit es la salida hacia al éxito). El menos dotado se resigna o actúa con violencia. El vivo maniobra con los efectos o intenta transferirlos a terceros, sin atacar la causa.

La respuesta. El que tiene bajo coeficiente intelectual no puede ver el problema y no hace nada, el vivo lo elude o desvía las consecuencias, el inteligente lo estudia. El menos dotado se paraliza, el vivo lo manipula y el inteligente lo resuelve. El inteligente parece tonto ante ciertos problemas, el menos dotado ante otros parece inteligente, la naturaleza del vivo lo lleva a zafar de la situación. Los vivos se meten en problemas en los cuales el inteligente ni siquiera se interesa.

La ética y el conocimiento. Una persona de bajo coeficiente intelectual puede ser moralmente intachable, el inteligente moralmente neutro, el vivo deja la ética al costado. El que tiene un coeficiente bajo puede saber mucho, el inteligente sabe que no irá lejos sin el conocimiento, el vivo lo que sabe es cómo aprovecharse del otro. La realidad a veces nos deja estúpidos, la inteligencia luego nos rescata. El vivo comparte con el individuo menos dotado la salida equivocada, con el inteligente cierto tipo de movilidad mental.

Las culpas y los resultados. El de bajo rendimiento piensa en evitar el efecto, el inteligente en lograr su objetivo. El vivo si no puede manejar el efecto, culpa a los demás, el inteligente asume sus aciertos y sus errores.

Las etapas. Al comienzo el vivo parece inteligente, y el inteligente aparenta no serlo. Ellos incrementan sus debilidades, el inteligente privilegia sus fortalezas y transforma sus defectos en virtudes que refuerzan su auto estima. Ellos son reactivos ante el suceso, el inteligente es proactivo, genera los cambios para que sucedan en dirección a sus metas.

El método. Vivos y menos dotados son como hojas arrastradas por el viento, el inteligente piensa que no hay vientos favorables para el que no sabe a qué puerto quiere llegar. Cuando el efecto se manifiesta el vivo acude a la rapidez y a la improvisación, y parece inteligente, el tercero no se da cuenta. Otra vez el inteligente, parecerá lento y hasta torpe.

Ante la realidad. El vivo la disfraza, su mensaje es un slogan, el de bajo coeficiente intelectual no la percibe, el inteligente sabe que la realidad es la única verdad, y lucha contra el facilismo de los que prefieren que les mientan. El vivo cree que puede lograr cualquier cosa, el inteligente sabe que los recursos son escasos y que debe administrarlos con eficiencia.

Optimismo y pesimismo. Los ilusos anticipan su fracaso, el inteligente es optimista, tiene los ojos en el cielo y los pies en la tierra. Ante la dificultad se preocupan y hacen lo indispensable, el inteligente se ocupa y hace lo necesario para aumentar continuamente su círculo de influencia. Ellos aceptan su destino perdedor, el ganador inventa su éxito. Es un ganador que imagina el triunfo y visualiza las acciones necesarias para lograrlo. Se concentra en ganar. Ellos se debilitan con el fracaso y no lo aceptan, el inteligente aprende del error.

A Mahatma Gandhi le preguntaron si quería monopolizar el mejoramiento del universo. Contestó: “No, yo sólo asumo el monopolio del mejoramiento de mí mismo. Y ya esa es una tarea muy difícil”. 

Si un hombre se mejora a sí mismo mejora su familia, cuando mejora su familia mejora su barrio, cuando mejora su barrio mejora la ciudad, cuando mejora la ciudad mejora el país, cuando mejora el país mejora el mundo. 

En un concurso para incrementar las ventas de una pasta dentífrica participaron los tres. El de bajo rendimiento intelectual se paralizó, el vivo sugirió incentivar a los jefes de compras, el inteligente que daría su idea si se asociaba al resultado. Aceptaron su propuesta: sugirió aumentar el tamaño del agujero por el que sale la pasta. El inteligente se hizo millonario.


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